Al nacer, los humanos carecemos de piezas dentales. Algo totalmente razonable puesto que el tipo de alimentación que nuestro cuerpo es capaz de asimilar durante los primeros estadios – la lactancia – no necesita masticación. Además, sería muy doloroso amamantar a un bebé con dientes.
A medida que nuestro organismo va tolerando alimentos más consistentes, se hace necesaria una herramienta con la que masticarlos, para que el aparato digestivo pueda procesarlos. En ese momento aparecen progresivamente las piezas dentales. Es una mera cuestión evolutiva.
Nuestras primeras piezas dentales
Aproximadamente entre los 6 meses y el año de vida, salen las 8 primeras piezas dentales: los incisivos. Hacia el año y medio están ya los 4 primeros premolares. A los 2 años se unen a este pequeño ‘ejército de trituradores’ los 4 caninos, y hacia los 4 o 5 años la primera dentición, los dientes de leche, se completa con la aparición de los 4 segundos premolares. Con 5 años un niño debe tener un total de 20 piezas dentales.
A los 6 años comienzan a caerse las piezas dentales temporales para dejar paso a la que será la dentición definitiva. La que deberemos cuidar como si de un tesoro se tratara hasta el final de nuestros días. El proceso viene a ser similar al anterior con alguna salvedad, aparte de la temporalidad. Y es que un adulto con su dentadura completa debe tener 32 piezas dentales: 8 incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares.
La naturaleza, y con ella la evolución, no dejan nada al azar. Por ello, se entiende que todas y cada una de las piezas dentales que poseemos cumplen con una función única y primordial en nuestro organismo: favorecer una alimentación completa y equilibrada. Así, es de suma importancia prestar un exquisito cuidado a nuestra salud buco-dental. Una boca sana, con todas sus piezas dentales, es sinónimo de salud y, por tanto, de calidad de vida, en Barcelona Sonríe lo sabemos muy bien.